Cuando el 3 de octubre en el Calderón se oyeron los gritos de 'ea, ea, ea, Puerta se marea', todos los que escucharon con algo de sentido común se indignaron. ¿Cómo es posible que unos cuantos mal llamados aficionados se burlen y griten contra alguien que ha fallecido?
Pues la misma indignación surge cuando el Comité Antiviolencia termina por dictar una 'no-sentencia'.
Resulta, después de todo, que no recibirán castigo alguno. Resulta que, como no se han podido identificar a los 'malhechores', no habrá sanción para los que gritaron. Resulta, que la acción queda impune. Solo se pide firmeza a los clubes, pero los que gritaron pueden irse a dormir esta misma noche y roncar a pierna suelta. ¿Pero esto qué es, una gestión de pandereta?
Los clubes, como todo el mundo sabe, deben hacerse responsables de sus propias aficiones. El presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, ya se disculpó. Sí, el club siente lo ocurrido, pero está claro que no puede ir uno por uno, al igual que el Comité Antiviolencia. Pero tantos medios de comunicación, tantos fotógrafos en el césped, ¿y no hay una sola foto de los que gritaban? Mucha casualidad me parece a mí. Si añadimos a eso que los carné de socios suelen llevar una foto, que, sin duda, estará guardada en alguna base de datos.
Por tanto, el Comité Antiviolencia, por mucha multa que ponga a los tres que tiraron objetos a los aficionados del Sevilla, no han hecho nada. Absolutamente nada. Y como los responsables del griterío producido han quedado impunes, seguro será que esto volverá a pasar.